Boda y cumpleaños INOLVIDABLES – Parte 4 – Jerusalén

Calles de JerusalénQuizá una de las ciudades más extraordinarias que podía haber visto hasta ese momento en mi vida, Jerusalén me impresionaba en cada paso que daba, cada milímetro que miraba, cada persona local que pasaba a mi lado… era como estar dentro de una película que solía ver cuando niño en época de semana santa, cuando la televisión se llena de películas de Jesús y durante toda la semana y por muchos años, veíamos las mismas películas. Pero así era como me sentía, como un infiltrado en un tiempo pasado, en una película de aquellos años.

Esa mezcla entre el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam, hacen de esta ciudad un centro especial donde diferentes religiones se practican «libremente» aunque en muchas ocasiones existen conflictos internos entre ellos.

Pasear por la ciudad y encontrarme con diferentes puntos importantes que seguramente mis padres estarían encantados de visitar, como la Vía dolorosa o el santo sepulcro, no tiene precio, es simplemente impresionante. Los colores, los sonidos y las personas, se mezclaban en la ciudad antigua, ruidos de mercaderes que se encontraban prácticamente por todo lugar u olores de la comida, frituras o panaderías que ofrecían sus productos literalmente a gritos.

Tuve la oportunidad de visitar las diferentes «partes religiosas» de la ciudad y por varias esquinas podías ver las vestimentas representativas de cada religión, apasionantes y curiosos, todos siempre muy limpios y ordenados. Visitar el muro de las lamentaciones, uno de los lugares más sagrados para los judíos, fue impresionante nada más verlo de lejos, la impresionante cantidad de gente (imagino que queriendo dejar sus lamentaciones) haciendo cola para poder acercarse al muro y poder dejar su trozo de papel entre los agujeros del muro. Eso sí, todo un orden y respeto al muro sagrado.

Algo similar me ocurrió al entrar al santo sepulcro, en ese lugar se respira una tranquilidad impresionante, por un momento se me pusieron los pelos de punto al ver tanta devoción y sobre todo fe. Las personas no dejaban de entrar y salir, al igual que el muro de las lamentaciones, este lugar es muy sagrado para el cristianismo. Aproveché de comprar un rosario a mi madre y acercarlo sobre el santo sepulcro, donde apenas podías tocarlo 2 segundos luego de hacer una cola bastante larga pero fluida.

Las mezquitas en la parte Islámica no se quedaban atrás con su belleza y sus cúpulas doradas, como la Mezquita de la Cúpula de la Roca, que sobresale enormemente y que además es el más antiguo de los edificios musulmanes conservados. Aunque no era posible entrar a la Mezquitas, siempre las fachadas o sus puertas fueron (y son) un placer verlas y además poder ver cientos de pares de zapatos en las puertas, de todos aquellos hombres que cumplían con sus horas de rezos.

Mis palabras se quedan cortas para poder expresar cada sensación que tuve en ese apasionante lugar, quizá una de las mejores palabras que podía describir mejor todas esas sensaciones podría ser «fe» esa corta palabra que envuelve muchísimo en sus 2 letras. Fe de cada persona que, a pesar de sus creencias religiosas o no, podía ver un futuro «mejor» en este mundo algo desalineado.

Mi tiempo en Jerusalén se agotaba y debía volver a la parte moderna de la ciudad y tomar mi bus a mi próximo destino, el mas muerto. Lamentablemente, al emprender mi salida de la ciudad, unos conflictos entre 2 religiones ocasionaron el inicio de unos bombardeos que duraron varias semanas, al parecer una religión acusaba a la otra por la muerte de un joven que apareció muerto sin motivo alguno… aunque días después se publicaba en las noticias lo siguiente:

ISRAEL – EL JOVEN PALESTINO ASESINADO ERA HOMOSEXUAL – ¿ LO MATARON POR NO CUMPLIR CON EL «CORÁN» ? – JOVEN PALESTINO QUE SE HABÍA DICHO QUE FUE ASESINADO POR COLONOS JUDÍOS DE ISRAEL, EN REALIDAD HABRÍA SIDO ASESINADO POR SUS FAMILIARES POR SER HOMOSEXUAL.

Lamentable.

Mi parada en el Mar muerto era sólo de un par de horas, el calor era infernal a persa de ser casi las 5 de la tarde. La gente bajaba un pequeño acantilado hasta llegar a la orilla del mar muerto. Otro de mis sueños cumplidos, el poder «sumergirme» en este mar del que mucha gente me hablaba que me sentiría como una pluma y que no era posible hundirse. Pues así fue, primero las seguridades el caso: entrar con algún tipo de zapatos o chanclas y segundo, no salpicar agua o evitar que el agua entre en los ojos por la alta salinidad. Dicho eso, entré todo emocionado, por supuesto, e inmediatamente podía sentir como mis piernas quería salir del agua (bastante grasosa por cierto) y simplemente me sentía como una bolla (o una baliza flotante para ser mas correctos). Culo dentro del agua y zas! el cuerpo simplemente elevó las piernas y estaba flotando en el agua, una sensación extraña para mi cuerpo y mi cerebro. Había gente que leía el periódico mientras estaba en el agua flotando, como si se tratase de estar cómodamente sentado en una silla playera. Otros tomaban el barro del fondo y se embadurnaban de pies a cabeza con el afán de parecerse a Shrek jajaja, o todo lo contrario, pasar de sapos a príncipes (o princesas).

Lo disfruté, no puedo negarlo, pero entre el calor, la sensación grasosa y la cantidad de sal, mi cuerpo deseaba volver a sus valores acostumbrados. Así que me duché y volví a Tel-Aviv en el bus que fue parado por el ejercito varias veces, por los conflictos que en ese momento empezaban a ser aún mas fuertes en Jerusalén.

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