Quillabamba es un pequeño poblado en la región de Cusco, Perú. Mi padre fue enviado a trabajar un año a esta ciudad y nos mudamos con toda la familia. Yo tenía 7 años y para mi todo lugar donde viajábamos era nuevo e increíble. Rodeado de montañas y vegetación, Quillabamba es conocida por su producción de café y té. Además de contar con un privilegiado clima selvático y lluvioso, ideal para muchos frutos.

Recuerdo mucho la casa donde nos mudamos, un solar dividida en 3 casas más pequeñas que compartían un estacionamiento y jardines, lo que llamaríamos un condominio pero digamos que en este caso no era algo «lujoso». Nosotros vivíamos en la casa que daba a la calle, primer piso y en el segundo piso no vivía nadie. Pasando el estacionamiento y pequeños jardines, vivía una familia más, una pareja que tenían una hija más o menos de mi edad. La casa era pequeña, color verde, 2 habitaciones en donde teníamos que dividirnos los 5 que eramos en ese momento, un pequeño jardín con un gran árbol de papaya de donde sacábamos papayas enorme cada cierto tiempo, aunque algunas veces no lográbamos «atraparlas» cuando intentábamos desprender las más maduras.

Tengo vagos recuerdos de mi colegio, uno religioso con un gran patio central y una capilla en una de sus puertas. No recuerdo mucho mi aula ni mis profesores pero si recuerdo muchas experiencias de viajes alrededor de Quillabamba, carreteras estrechas de tierra y Jeeps o camiones del ejército llevándonos a varios lugares, cuarteles y campamentos del ejército. Me fascinaba viajar por tan espectaculares paisajes y montañas verdes. Imagino que es ahí donde nació mi hobby de viajar y que, hasta el día de hoy, me fascina!. Recuerdo también que mis padres compraron su primer coche, un escarabajo celeste de segunda mano de placa / matrícula AZ-4810 (nunca lo olvido), un coche que marcó una gran etapa de mi vida por muchos años siguientes.

Yo tenía un problema desde siempre, cada mañana, al despertar, mi cama estaba mojada. «He sudado» – solía decirle a mi madre, en el intento de no decepcionarla o enfadarla, SI! me había orinado otra vez. Cada noche pasaba lo mismo, amanecía mojado y triste al ver tan desagradable y embarazoso momento. Mis padres no sabían que hacer, me llevaban a los médicos para ver si había una «solución», hable con psicólogos de los cuales algunos decían que era falta de cariño paternal y otros decían que era un problema de inseguridad y miedos de mi parte. No se que era, yo solo despertaba mojado cada mañana y, a mis 7 años, ya era algo MUY VERGONZOSO.

Cada noche intentaba buscar alguna solución / invento para que, mientras dormía y me orinaba, la pis vaya directamente a un recipiente y no a la cama. Ya pueden imaginar todo lo que hice y me hice, o quizá no lo imaginen pero todo lo que hacía era en vano, normalmente muy incómodo.

Cierto día escucho a mis padres hablar con el vecino; él también tenia el mismo problema con su hija de mi edad y que habían intentado de todo para detener ese problema sin solución alguna. Así que una tarde, a ella y a mi nos reunieron en el patio para intentar un método arcaico que «alguien» les había comentado, nos sentaron en sacos de café caliente (calientes pero soportables). Ahí estábamos, dos niños sentados en sacos de granos de café caliente, muy obedientes nosotros. Cada día durante una semana. Finalmente se rindieron, no solucionaron nada, solo que yo detestara el olor del café por mucho tiempo y de llevar el trasero caliente por unos días 🙂

No se cuando dejé de mojar la cama, creo que a los 8 ó 9 años, lo cierto es que recuerdo esa etapa de mi vida con mucha alegría, porque mi imaginación, la de mis padres y la de aquellos que «tenían la solución» nos llevaron a intentar de todo para erradicar algo que se fue simplemente con el pasar de los días. Igual debo agradecer todo lo preocupado que estaban por mi.