El hombre con camisa

1269867_10151372992189229_485551451_oCristian, Melissa, Carlos y Valeria habían terminado su visita al Vaticano, concretamente a la misa del domingo que el Papa realiza en la plaza de San Pedro. Con mucha hambre, deciden buscar un buen restaurante de comida Italiana, descansar un poco del largo día de caminata y luego ir al aeropuerto para volver a sus países respectivos, por ello tenían sus equipajes con ellos.

Luego de caminar un poco, encontraron un restaurante en una esquina, con una terraza techada justo frente al restaurante. Se acercaron a leer la carta que se publicaba en la puerta mientras que a un lado un hombre con camisa, muy bien vestido y de unos 45 años les decía en italiano «tutto è squisito» – y os invitaba a sentarse con mucha educación y una gran sonrisa en la cara – «vieni con me in questa tabella» invitándoles a pasar a una mesa. El hombre muy amablemente los dirigió a una mesa en la terraza, fuera del restaurante. Los 4 se sentaron mientras que el hombre les ofrecía dejar sus maletas dentro del restaurante por mayor seguridad pero finalmente los 4 amigos decidieron mantener sus maletas a la mano por si tuviesen que sacar algo.

El hombre con camisa les dio la bienvenida e ingresó al restaurante, enseguida regresó con la carta para cada uno. Les sugirió algunos platos del menú recomendando en especial la pasta Napolitana. Los 4 amigos ordenaron diferentes platos y enseguida el hombre pidió a otro camarero, uno mas joven que él, que trajese las bebidas y la comida que pidieron. El joven, algo serio y menos amable, solo se limitó a cumplir con lo que el hombre con camisa le ordenaba, en especial porque solo hablaban Italiano entre ellos.

El hombre con camisa se mantuvo siempre atento a todo lo que los 4 amigos necesitaba, preguntaba siempre si la comida estaba buena o si les hacía falta algo. Se mantuvo siempre en pie en la puerta del restaurante y esperando a mas clientes, parecía mur orgulloso de dirigir su restaurante. Los 4 amigos disfrutaron de la comida y la buena charla y además le pidieron al hombre con camisa que les tomase una foto de grupo para el recuerdo, quien aceptó inmediatamente, pidió una gran sonrisa y click! foto realizada.

El hombre les invitó una porción de pastel de chocolate como agradecimiento por haber escogido comer con ellos. Además les hizo un descuento en la cuenta que sumaba 55€ y les dijo que solo pagasen 49€ por todo.  Finalmente Valeria decidió pagar la cuenta e invitar a todos, así que sacó su tarjeta de crédito para pagar, pero el hombre le dijo que el sistema de tarjeta estaba mal y que solo podían pagar en efectivo así que le entregó un billete de 50€.

Un par de minutos mas tarde, el camarero joven empieza a levantar la mesa y pregunta si desean algo mas para traerles la cuenta. Sorprendidos por el comentario, los 4 amigos le responden que ya habían pagado al otro camarero, al hombre con camisa. El camarero confundido les dice que el único camarero era él y que aún no se había pagado la cuenta. Las reacciones fueron diversas, los 4 amigos reclamaban que el hombre con camisa ya les había cobrado, el camarero insistía que ese hombre con camisa no trabajaba en el restaurante y que cuando los 4 amigos llegaron el hombre con camisa se acercó al camarero joven y le dijo que traía un grupo de 4 turistas para comer ahí y que creyó que era su guía de turismo y que por eso estuvo siempre cerca a nosotros.

Si, todo había sido una estafa bien pensada, analizada al milímetro y actuada perfectamente por el hombre con camisa que simplemente era un estafador que intentó llevarse las maletas pero al verse negado por los 4 amigos que decidieron no entregarle las maletas para «guardarlas» en el restaurante, decidió llevarse al menos 50€, haciéndose pasar como el dueño/administrador del local y esperar a que terminen de comer.

Los verdaderos dueños del restaurante salieron a reclamar a los 4 amigos quienes defendía su posición de que el hombre con camisa y el camarero joven conversaban como si fueran amigos. Los 4 amigos llamaron a la policía quienes finalmente intentaron solucionar el problema y llegaron al acuerdo que los 4 amigos pagaría al menos el 50% de la cuenta al restaurante y así los dueños no perdía dinero por causa de un estafador. Los 4 amigos se fueron al aeropuerto con un mal sabor de boca y con la lección de que nunca se puede confiar en nadie, aunque aparente lo que aparente.