Boda y cumpleaños INOLVIDABLES – Parte 2

Mi alegría no solo era por volver a ver a mi amiga de los ojos lindos (como la llamo habitualmente), no solo era por ese abrazo que me dio tan fuerte con su lindo vestido blanco y un diseño súper fresco (perfecto para ella) ni las lindas palabras que me dijo – “¡Sueco! (como ella me llama habitualmente) que emoción que has venido!”- no sólo fue por conocer a su novio que con una gran sonrisa me abrazó y me dijo que había escuchado mucho de mí – y sus palabras eran tan sinceras que casi era como si lo conociera ya hace mucho tiempo (era la primera vez que lo veía personalmente) y le dije “Bueno, finalmente te conozco y creo que voy a dar mi aprobación para que te cases con ella, chico de ojos lindos (que también los tiene)”  – No, mi felicidad no sólo era por el increíble lugar donde era la boda, ni volver a ver a los padres y hermanos de ella, ni tampoco el súper ambiente y buena sensación que se sentía de todos los invitados que estaban en la boda… simplemente me di cuenta que fue una de las mejores decisiones que había tomado en mi vida.

Luego que saludamos a mucha gente, pedir unas copas en la barra libre preparada con barman y camareros y toda clase de bebidas, hacer unas “muchas” fotos del lugar, los novios e invitados, nos invitaron a pasar a las mesas preparadas para la comida, rodeadas de unos súper ventiladores (de estos que además lanzan una ligera brisa), cada mesa con nuestros nombres, perfectamente organizadas para que todos estemos con las personas que nos conocemos. Al centro de todo el comedor, un gran bufet con un chef que iba preparando básicamente todo al instante (parte de la comida ya estaba preparada) y camareros que nos atendían en cada mesa (y hablaban Inglés, otros Español). De la comida decir que estaba exquisita, sabores nuevos de la región, sabores conocidos de países internacionales, realmente todo para chuparse los dedos. Noa, estaba feliz, saludando de mesa en mesa a todos sus invitados (como suele pasar con los novios normalmente) y cuando llegó a la mesa de “los españoles” brindamos por ella, por su felicidad y por volver a vernos muchas veces más.

Luego de disfrutar de la comida, bebidas, postres; nos invitaron a pasar a la ceremonia principal, la boda, una boda que jamás, jamás pero jamás imaginé ver.

Sobre la “pista de baile” también acondicionada con unos techos de tela y altos y con ventiladores alrededor, habían algunas sillas que miraban hacia donde sería el “altar” (perdonar mi ignorancia sobre los nombres de las bodas israelíes), nos fuimos acomodando rápidamente y de pronto 4 chicos jóvenes ingresaron portando cada uno palo unidos por una tela, como una pequeña sombrilla cuadrada, se colocaron frente a nosotros, en la posición donde el Rabino y los novios se posaría (bajo esta especie de altar).

La boda Israelí no solo es totalmente diferente a las que he visto en mi vida, sino que además me encantó su simpleza que la hacía increíblemente una “boda inolvidable”, la forma que entraba la novia hasta el altar, prácticamente bailando y mi amiga Noa con una sonrisa que no le cabía en el rostro. El novio expresaba una alegría que no le cabía en el cuerpo, la recibió y el rabino comenzó la ceremonia – es ahí donde me pierdo por el idioma – pero desde el inicio de la ceremonia hasta el final, la boda fue un éxito, con sus costumbres, canciones y alegría muy peculiar. Sea como sea, ellos estaban muy felices y eso es lo que importaba, por eso estábamos ahí, para compartir, tanto ellos con nosotros como nosotros con ellos. Luego, es imposible describir la gran fiesta, la locura de los invitados, de los padres y familiares. La felicidad se desbordaba, las palabras que se expresaron de diferentes invitados, los bailes y “performances” que hicieron los niños y adultos, el espectáculo de su hermano y el de malabarismo de un artista invitado, y Noa, Noa muy feliz. Y yo, yo muy feliz ( y lleno de tanta comida y bebida que jamás se terminaba)… y volví a pensar que fue de las mejores decisiones de mi vida, los 40 grados de calor ni siquiera se notaron… el gran calor humano fue el principal.

Si alguna vez me atrevo a pedir a Noa para escribir esa historia de amor de ambos (esas historias de amor que ya poco se ven en este mundo) podría explicar mejor aún esa feicidad tan grande que irradiaban los dos «recien casados» en su fiesta de boda, yo conozco parte de la vida de Noa, desde que nos conocimos allá por el año 2006 – 2007 gracias a Capoeira, que ambos practicábamos en diferentes grupos.

El bus nos llevó de regreso a Tel-Aviv y es ahí donde mis amigos, Marcelo y Laura (que venían de Madrid) me dicen que tenía planeado ir a visitar Petra en Jordania, aprovechando que Noa y Rafa nos llevarían a pasar unos días de Playa y relax en Eliat, al sur de Israel y donde la frontera de Egipto, Jordania e Israel, se unen con el Mar rojo en el golfo de Aqaba. “Imposible, les dije, no creo que pueda pagar algo así y menos ahora que estoy sin trabajo, además es mi cumpleaños y pensaba pasarlo en Tel Aviv con Noa y Rafa”. Así que el plan era llegar a Eliat, disfrutar de las playas y los paisajes y volver con los recién casados. Y así fue, Eliat nos regaló unos días geniales, las playas con un mar caliente, un pequeño resort con delfines los cuales tuvimos la oportunidad de ver y disfrutar, buceando y disfrutando de los corales impresionantes, nunca antes había intentado hacer snorkeling y realmente me gustó poder intentarlo (fue algo complicado para mi).

Finalmente, un día antes de volver a Tel-Avivi y un día antes de mi cumpleaños, decidí hacer ese viaje que tantas veces quise hacer, visitar otra maravilla del mundo “Petra” así que Laura y Marcel se alegraron cuando les dije que aceptaba ir con ellos a Jordania. Y otra vez, no imaginaba lo que me esperaba, ni que alguna vez celebraría mi cumpleaños de esa manera, con la temperatura más alta de toda mi vida…

Continuará…

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